“ROUND 12”, LA RECIENTE NOVELA DE DIEGO MORAES

Lic. Jorge Schneidermann *

 

El 16 de mayo de 1977 permanecerá por siempre asociado a uno de los acontecimientos más relevantes  de la historia del boxeo uruguayo. Alfredo Evangelista, joven y aguerrido púgil nacido en la populosa barriada de Villa Española cobraría desde entonces notoriedad mundial.

El Capital Centre de Landover, Meryland, sería el escenario en el que habría de enfrentarse  cara a cara y mano a mano, nada más ni nada menos que con el legendario Muhammad Alí (Cassius Clay).

Lamentablemente, el combate no sería televisado en directo como ocurriera con el que protagonizaran seis años antes el propio Alí y Joe Frazier, no obstante lo cual, la afición tendría la posibilidad de palpitar con las alternativas del mismo a través de una vibrante cobertura radial. Todas las miradas apuntaban hacia el norte con anhelante expectativa ante lo que sería una instancia más que desafiante para aquel nobel boxeador que, apenas hubo de esbozar sus promisorias condiciones, al promediar la década se radicaría en España con el fin de expandir sus horizontes en el concierto internacional.

En nuestro país, la afición se dividía entre quienes preveían una catástrofe y quienes albergaban ilusamente en su corazón la esperanza de que se produjera un milagro. Todo hacía suponer que sería un duro trance para aquel muchacho carente de la experiencia necesaria para afrontar un compromiso de tamaña magnitud.

A la edad de 22 años, plenamente consciente del desafío que le aguardaba, pero altamente confiado en sus destrezas y habilidades, se aprestaría a cumplir el sueño del pibe: cotejar fuerzas sobre el ring con quien fuera su ídolo desde la adolescencia.

 Estaría en juego el título mundial de los pesos pesados, lo cual le valdría a “Bichuchi”, en caso de tener un desempeño auspicioso, la oportunidad de ganarse un lugar en la escena pugilística norteamericana.

Don King, el controvertido amo y señor del “business show” boxístico, pondría a disposición del espectáculo toda su parafernalia publicitaria y el glamour mediático a los efectos de armar una convocante puesta en escena.  Pero no todo se presentaría fácil para Evangelista, pues Kid Tunero, uno de sus mentores y por entonces principal entrenador, desistió acompañarlo en esta instancia, en el entendido de que dicha pelea expondría innecesariamente la integridad física de su pupilo.

Probablemente se trataba de una quijotada parangonable con el mítico enfrentamiento que sostuvieron el 14 de setiembre de 1923 en el Polo Grounds de Nueva York el entonces vigente campeón Jack Dempsey y el argentino Luis Ángel Firpo.

Por otra parte, hacía 24 años que un boxeador uruguayo no comparecía ante una figura de tal relieve estando en disputa una corona mundial. Ello había ocurrido el 12 de setiembre de 1953 en el Luna Park de Buenos Aires cuando el gran Dogomar Martínez enfrentó por el cinturón de los semipesados a Archie Moore.

La medalla de bronce obtenida en los juegos olímpicos de Tokio de 1964 por Washignton “Cuerito” Rodríguez había sido el último coqueteo del pugilismo nacional con la gloria; de allí en más fueron más las hieles que las mieles para un boxeo meritorio y entusiasta pero huérfano de grandes conquistas.

Diego Moraes nos propone a través de “Round 12” adentrarnos en la peripecia vital de un tenaz peleador de la vida, resiliente e incondicionalmente leal a sus afectos, obteniendo como resultado una novela donde lo ficcional y lo real se imbrican entretejiendo una trama sencillamente atrapante.

El autor de “Maestros del esoterismo en el Río de la Plata”, “Einstein en Uruguay: Crónica de un viaje histórico”, entre otras obras, apuesta a un exhaustivo y honesto ejercicio de la memoria transitando entre las luces y las sombras del personaje, sin ambages, cortapisas ni medias tintas. Llano y coloquial en su decir, y no por ello menos profundo, describe meticulosa y pormenorizadamente los entretelones y consecuencias más resaltables de la épica contienda que a la postre sellaría el destino del “Pequeño Clay”.

Las marchas y contramarchas que a partir de aquella memorable velada  signaron el futuro de Alfredo son abordadas por el escritor con la debida mesura y ponderación, sin paños tibios ni golpes bajos, dejando a criterio del lector cualquier juicio o conclusión.

En tiempos en que la vertiginosa cotidianeidad restringe cada vez más la posibilidad de regodearnos con una buena lectura, quizás esta novela sea un excelente pretexto para reencontrarnos con el placer de transitar por el universo creativo de un autor en cuyo espíritu habita la intención de enfrentarnos periódicamente  con aquellos sucesos y personajes que  pueblan nuestro imaginario colectivo.

Montevideo, noviembre de 2022.

*Psicólogo clínico, psicoanalista y docente.

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