Charl Bodeliers

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Alegoría

 

A 200 años de Charl Bodeliers

Por medio de una figura alegórica en forma de mujer, el poema sugiere una idea de belleza majestuosa, superior e inmune a los juicios morales y las pasiones humanas, como el amor, los vicios, la muerte, el libertinaje, el infierno.

Se trata aquí de una belleza que todo lo conmueve, produce gozo y es el motor que mueve al mundo.

Es una mujer hermosa y de nuca opulenta,
que deja caer la cabellera en su vino.
Las garras del amor, los venenos del garito,
todo resbala y todo se embota ante su piel granítica.
Se ríe de la Muerte y ridiculiza a la Lujuria,
esos monstruos cuya mano, que siempre rasga y siega,
ha respetado sin embargo, en sus juegos destructores,
la majestad severa de este cuerpo firme y enhiesto.
Camina como una diosa y se recuesta como una sultana;
tiene fe mahometana en el placer,
y a sus brazos abiertos, donde rebosan sus pechos,
convoca con los ojos al género humano.
Ella cree, ella sabe, esta virgen estéril
y aun así necesaria para que el mundo avance,
que la belleza física es un sublime don
que consigue el perdón de todas las infamias.
Le son indiferentes tanto el Infierno como el Purgatorio,
y cuando llegue la hora de entrar en la Noche negra,
mirará el rostro de la Muerte
como mira un recién nacido —sin odio y sin remordimiento.

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