
ENTRE LA HAYA Y JERUSALÉN
Alberto Mazor
Ahora que el Comité Internacional de Justicia (CIJ) decidió investigar a líderes y soldados israelíes así como la construción de asentamientos civiles en Cisjordania, por supuestos crímenes de guerra, muchos ciudadanos israelíes que suelen creerse amos de la tierra y del mundo, más astutos que cualquiera, no entienden por qué ese mundo, que nos permitió sentirnos intocables durante 54 años, ahora exige el pago.
Hace muchos años, a mediados de 1960, el entonces General Rehavam Zeevi (Ghandi) elaboró un plan de contingencia al que llamó “Escenario total”. Con él intentaba responder a la siguiente pregunta: ¿Qué pasaría si todos los estados árabes se unen contra Israel?
Del lado negativo del balance puso a los estados musulmanes, lejanos y cercanos, hasta Pakistán. Del lado positivo, Irán, Turquía y, por supuesto, Estados Unidos y los países europeos.
El balance jugó a favor de Israel. ¿Quién podía superarnos en ese entonces? El resultado de la Guerra de los Seis Días demostró evidentemente que las estimaciones de Zeevi eran correctas e inteligentes. Triunfamos a lo grande.
Sin embargo, poco a poco (y algunos dirán, rápidamente) nubes de guerra fueron cerniéndose sobre nosotros. Habría que ser sordo, tonto y ciego para ignorar lo que ocurre a nuestro alrededor. Ciertamente, algunos acontecimientos nada tenían que ver con Israel; no obstante, al final todo habrían de repercutir directamente sobre el Estado hebreo.
El odio a Israel es la única causa que puede congregar a los rebeldes del Yemen y a los seguidores de Jamenei, a los sunítas y a los chiítas en Siria, a Hezbolá en Líbano y a Hamás en Gaza y Cisjordania. Un buen ejemplo de esto lo constituyó Egipto. Cuando estalló la mal llamada “primavera árabe”, hubo gente en Israel que se consolaba diciendo: no hay manifestaciones anti-israelíes en El Cairo; no hay gente quemando banderas israelíes en las calles. Ahora nos damos cuenta de la insensatez de tales comentarios.
Sin embargo, a diferencia del “escenario total” formulado por Zeevi, esta vez Irán (que está cerca de obtener una bomba nuclear) y Turquía se encuentran del lado negativo del balance.
En este contexto, resulta gracioso escuchar a nuestros dirigentes cuando declaran, antes de las elecciones, su firme voluntad de combatir la crisis económica y social del coronavirus recortando miles de millones del presupuesto asignado a la seguridad. A fin de cuentas, y luego de algunos apasionados parloteos, ni un solo centavo será recortado. Incluso, no debería sorprendernos si, en efecto, la partida presupuestaria destinada a la seguridad termina acrecentándose.
Ningún líder político desea tener que vérselas con soldados, quienes en la Guerra de Yom Kipur (1973) robaron (no cabe otra palabra para describir el suceso) equipos de otras unidades con el fin de unirse a los combates. ¿Qué hay de la educación y el bienestar social? Son cuestiones importantes, pero la vida es algo más importante.
También se le puede echar toda la culpa Netanyahu – que no es poca – por la difícil situación que le toca enfrentar a Israel, pero hay que decir la verdad: Los culpables son casi todos los ciudadanos de Israel desde mucho tiempo ya, independientemente de su afiliación política, quienes durante muchos años creyeron que el mundo es idiota, que la comunidad internacional preferiría ignorar lo que sucede en los territorios militarmente ocupados, permitiéndoles a los judíos regresar a lo que hoy son comunidades árabes.
Los colonos de Elón Moré o Efrat suelen creerse los amos de la tierra y del mundo, más sabios y más astutos que cualquiera; después de todo, a quién le importa si plantamos otro olivo en Kedumim o en Bet-El.
Pues bien, el mundo nos permitió hacerlo durante unos 54 años, pero ahora nos exige el pago de un precio.
Próximamente, Tzáhal comenzará a preparar planes de contingencia en caso de que tengamos que luchar contra Irán, Siria, Hezbolá y Hamás.
Dentro de dos meses nos dirán que es imposible recortar ni un solo centavo del presupuesto de seguridad, porque el camino a Masada exige una parada en Esparta y el del Comité Internacional de Justicia hará una escala en Jerusalén.


Mauricio Zieleniec y 1 persona más