Hannah Arendt y Giorgio Agamben

Fraccion de un extendo analisis de, La condición del migrante irregular.Una reflexión de la noción “apátrida” desde Hannah Arendt y Giorgio Agamben

…………………….
En la actualidad, se puede vislumbrar los efectos que Agamben denuncia frente a la nuda vida de los migrantes irregulares, en lugares como los grandes campos de refugiados, las zonas de espera en los aeropuertos internacionales, en zonas fronterizas etc., lugares que se convierten en espacios para la vida desnuda, expuesta y vulnerable en un umbral de indeterminación donde la tutela de los derechos se pierde entre el entramado de las máquinas burocráticas. Un caso revelador es el sucedido en República Dominicana en 2013, donde por medio de una sentencia judicial del Tribunal Constitucional, fueron expulsadas del territorio miles de personas al dictaminarse la pérdida de la nacionalidad dominicana de forma retroactiva a quienes la habían obtenido siendo migrantes de origen haitiano, lo que dejó desprotegidas a generaciones enteras de personas que habían cultivado una vida en este país, teniendo que abandonar sus hogares para ser reubicados en campamentos de desplazados en la zona fronteriza con Haití. Estos dominicanos que pertenecían a la primera, la segunda e incluso (algunos de ellos) a la tercera generación de los migrantes haitianos, se encontraron de un día para otro sin nacionalidad, en el único país que conocen y en el que han vivido; convirtiéndose en los nuevos apátridas del siglo XXI (Louidor, 2014).
Estos campos de haitianos desnacionalizados y deportados no solo recuerdan a los campos de la Segunda Guerra, sino que además dan cuenta de una vida desnuda que ha sido excluida por el ordenamiento, pero que pervive en una zona de indistinción, siendo privadas de sus derechos y prerrogativas, siendo a su vez vulnerables y víctimas de la violencia. El apátrida como migrante irregular es entonces una figura que pone ciertamente en dificultad el concepto original de soberanía, y que, marcando una ruptura entre la identidad del hombre y del ciudadano, entre el nacimiento y la nacionalidad; siendo una materialización de la nuda vida, vida desprovista de cualificación y puesta en bando. Por lo que la figura del apátrida nos permite reflexionar las formas en las que el derecho se vincula con la vida, denunciado la paradoja existente frente a la cual aquel hombre apátrida que se haya entonces en una zona de indistinción entre el derecho y el hecho; es precisamente el hombre que se pretendía reconocer o proteger en las proclamaciones de derechos, lo cual resulta ciertamente en un contrasentido.
Cabe analizar en este punto que, ante las crisis migratorias actuales, las cifras en aumento de los refugiados en el mundo y su clara condición de precariedad ocasiona que los países se enfrentan hoy en día es una masa residente permanente de los no ciudadanos (Agamben, 1995). Tan solo hasta al año 2014 las cifras de ACNUR revelaron un “dramático aumento del desplazamiento masivo provocado por guerras y conflictos, que alcanzó una vez más niveles sin precedentes en la historia reciente” (ACNUR, 2014, p. 5). En 2014, ACNUR anunció que los desplazamientos forzosos en el mundo habían afectado ya a 51,2 millones de personas, un nivel nunca visto desde la Segunda Guerra Mundial. Doce meses después, esta cifra llegó a 59,5 millones, con un aumento de 8,3 millones de personas, durante 2014, los conflictos y la persecución obligaron a una media diaria de 42.500 personas a abandonar sus casas y buscar protección en otro lugar, dentro de las fronteras de su país o en otros países. Unos 13,9 millones de personas se convirtieron en nuevos desplazados por los conflictos o a la persecución en 2014. Entre ellos había 11 millones de nuevos desplazados dentro de las fronteras de su propio país. Los otros 2,9 millones de personas eran nuevos refugiados (ACNUR, 2014).
Las cifras de desplazamientos forzosos no muestran ningún declive a través del tiempo, para final del año 2018, ACNUR reportó que a nivel global 70,8 millones de personas se vieron desplazadas debido a la persecución, los conflictos, la violencia o las violaciones de los derechos humanos, consecuentemente, estos “números globales se situaron de nuevo en una cifra récord” (ACNUR, 2019, p. 2). De estos 70,8 millones de personas 13,6 millones son reconocidos por ACNUR como nuevos desplazados; de los cuáles 10.8 millones fueron “desplazados dentro de su país y 2.8 millones” (ACNUR, 2019, p. 2), y representan “nuevos refugiados y solicitantes de asilo” (ACNUR, 2019, p. 2). Respecto a las últimas cifras, el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados Filippo Grandi afirma que las mismas son “ una nueva confirmación de la tendencia creciente a largo plazo de personas urgidas de seguridad respecto a guerras, conflictos y persecuciones” (ACNUR, 2019, p. 4). Cabe anotar, que, para el final del 2018, “lo sirios siguieron siendo la mayor comunidad de desplazados con 13 millones de personas (…), los colombianos fueron el segundo mayor grupo con 8 millones de desplazados forzosos, (…), la mayor parte de ellos (98 %) dentro de su país” (ACNUR, 2019, p. 6).
Las cifras de refugiados se sitúan con frecuencia en cifras de muertos. Los miles en botes naufragantes hacia Europa se convierten rápidamente en miles de botes de muertos vivientes, nadie los desea, los Estados los desprecian y su realidad carente de derecho y de humanidad casi es arrojada por la borda. Y es que, si bien se hacen esfuerzos para su protección, su condición de no ciudadanos se traduce para los países, en muchos casos, en un claro desprecio de personas que encarnan una carga más para el Estado y para las sociedades se traducen en casos de discriminación y xenofobia. Todo lo anterior permite, a su vez, identificar el estado de indeterminación, su posición en bando como nuda vida del apátrida que nos describe Agamben en sus textos. Posicionándose en un umbral de indeterminación entre el derecho y el hecho, fuera del ordenamiento y expuestos a la muerte violenta. Con todo lo anterior puede el apátrida ser sin duda alguna un elemento que nos ayude a pensar nuevas formas de política en donde encuentre lugar ya no el nacional sino el puro hombre sin nación.

Deja una respuesta