“Quizás, además, hay otra idea poderosa que nos deja la historia de Noé y su arca. Cuando Dios le pidió a este hombre justo que rescatara a una pareja de cada especie para, desde esos individuos primigenios, reconstruir el mundo que Él anegaría, estaba confirmando que cualquier mundo (el anterior o el posterior al diluvio) sólo es posible si se funda en la diversidad. Ni en el primero ni en el segundo intento el planeta, y la vida en él, iría a girar alrededor de una especie única ni, mucho menos, alrededor de un único individuo de una especie única.
(…)
Quizá nunca sabremos si el arca de Noé existió. Pero a lo largo de miles de años este mito ha reflejado algo que está en el inconsciente colectivo. La idea de que el mundo sólo será posible si estamos todos representados. Y de que no hay uno solo que nos represente a todos porque somos diferentes. Lo que de veras nos representa es la aceptación y la vivencia de la diversidad”.
Sergio Sinay: “La vida plena”