
Lic. Adriana G. Mecca *
“Tía, háblame, tengo miedo porque está muy oscuro.
Tía: -¿Qué ganas con eso? De todos modos no puedes verme.
Niño: – No importa, hay más luz cuando alguien habla”.
Freud (1905), Tres ensayos de teoría sexual.
“Donde haya oscuridad ponga yo luz…”.
San Francisco de Asís.
Mientras la vida transcurre en el siglo XXI, más precisamente en el año 2020, una edad en la que lo humano parece intentar alcanzar los más elevados y logrados dominios de casi todo lo que le compete como tal, y entre ellos, la invención del símil de un cerebro humano como es la tecnología computacional de la informática, ha emergido desde no se supo muy bien cómo ni de dónde, una pandemia del virus nominado COVID-19, aparentemente letal y altamente contagioso.
Ante semejante posible aniquilamiento, los sectores sociales dominantes se erigieron mancomunadamente en “protectores de la salud” de la población, para lo cual adoptaron el recurso del aislamiento físico y el del encierro, en los respectivos hogares y viviendas, produciendo como corolario, un desgarro del entramado social, un corte abrupto y altamente disruptivo, al que los diferentes sectores de la población y grupos etarios debieron someterse.
Al principio como todo comienzo, se tenía la esperanza de que esas medidas de “cuidado”, pero también de un gran control externo, alcanzaran su fin en poco tiempo. Dado la falta de dominio sobre el virus y sus temidas consecuencias, dicho aislamiento no solo se prolongó casi por tiempo indeterminado, sino que se intensificó, provocando un profundo desasosiego ante lo terminable e interminable. Los sectores de la población activos laboralmente se encontraron impedidos de trabajar y de producir, además de la consecuente amenaza del decaimiento económico, como así también, físico; encierro, aislamiento, decadencia, desesperanza, tristeza, duelos por el impasse y las posibles pérdidas a las que quedaron expuestos, la angustia, las depresiones.
Con tal panorama, los sectores con poder de dictar medidas ante la crisis, parecían basar su preocupación y ocupación en los “organismos”, a los que me refiero con dicho término debido a que para devenir “cuerpos”, deben poder ser representados por una mentalidad que los pueda pensar, que les otorgue algún sentido, y que en forma integral y unida, mente-cuerpo, inteligencia y afecto, constituyan un sujeto; sujetado a un lenguaje que lo hace humano y lo trasciende, lo excede. Un mundo significado por la función significante que deja marca y a la vez crea sentido… o a veces no alcanza; pero que por su regla en dicha función, “el automatón”, no se detiene, no cesa de escribir o por lo menos de intentarlo.
Así, la función simbólica tan propia de lo humano, necesita de un espacio inmaterial para poder escribir, al menos símbolos, significantes, en el intento de dar algún sentido; una interpretación subjetiva, propia, original, para intentar dominar la naturaleza que siempre frustra, que se escapa de la significación total, que no se la puede aprehender totalmente. Tan así, que aunque el hombre casi obsesionadamente no cese de intentarlo y le de nombre para ejercer sobre ella cierto control, aunque utilice variedad de significantes como “letras, guiones y números”, el virus avanza en una continuidad ininterrumpida y no cesa de presentar batalla, dejando un resto que provoca un desenlace que amenaza con el punto final.
En medio de la crisis presentada y ante la incertidumbre emergente, se comenzó a hacer invención, creación y también recreación de con qué posibilidades se contaba para poder mantener los lazos construidos hasta el momento y tan necesarios para sustentarse en el entramado social. Es ahí donde cobra protagonismo, como vedette de la crisis, la tecnología informática y la comunicación a distancia, permitiendo todo tipo de expresión, producción y hasta cierto punto elaboración afectiva de los lazos interrumpidos en la supuesta distancia a la que fuimos sometidos por el recurso del aislamiento. Lo virtual, lo inmanente, tan inmanejable a veces (exceptuando a los expertos en el tema) y como tal, tan temido por los peligros “adictivos” que algunos le adjudicaban, ahora, puso de manifiesto su poder de gran Otro, lugar simbólico, casi por excelencia, de los significantes.
El sujeto, constituido por los significantes que lo significan y a los que está sujetado, pero también, que utiliza para dar algún sentido al mundo que lo circunda y a las “cosas” (que dejarán de ser tales en cuanto esos significantes las signifiquen, las marquen, las nombren y así puedan serle representadas en su realidad psíquica) crea, a través de las palabras que en su entramado simbólico, construyen historia, narrativa, texto y textura, la letra. Esa letra, que creará lazo y trama entre sí y en su combinatoria construirá un texto, cuyos significados serán construidos en un “entre-dos”, texto y sujeto que otorgue sentido (alguno en la diversidad de posibilidades) transmitiendo cierta información de datos a través de una forma o formato, constituyendo un conocimiento.
Así, a través de la informática pudimos seguir construyendo lazo, enlazándonos a través de nuestras producciones, el trabajo, la creación, el amor que nos une, haciendo lo que amamos y amando lo que hacemos. Ya lo dijo el maestro Freud en 1926, en la entrevista que le hiciera Viereck cuando le preguntó sobre el concepto de salud en el ser humano, y respondió muy suscintamente: “Un sujeto capaz de amar y trabajar”. El aparente “mal-estar en la tecnología”, cuando parecía ser que era considerada como un “ex – ceso”, ahora, en la crisis, permite cierto “bien – estar” en los lazos, pues los ha posibilitado ampliamente. La inmanencia de la virtualidad pareciera constituir el de-ser, el espacio que hace hueco para alojar a los significantes que constituyen un sujeto que les dará significado, tejiendo en una trama que construye alrededor de Eso, aqu-Ello sin nombre que nos ex – cede, que queda por fuera de lo humano, imposible… de domeñar, que provoca un mal-estar en los lazos, que amenaza con interrumpirlos, con distanciarlos, con cortarlos, con finalizarlos. Pues, hay aqu-Ello ante lo que nos quedamos sin palabras que lo puedan nombrar, ante lo que el automatón de la cadena significante se “freeza”, se detiene, ante lo ominoso, lo traumático, lo indominable, lo inabarcable, lo imposible de dar significado, sentido, escritura, palabras…, que faltan, que no hay, y ahí, el agujero de lo imposible que angustia, que paraliza, que des-espera…
Qué hacer ante lo disruptivo, o paralizarnos y condenarnos a perecer, o hacer algo con Eso-Ello-aqu-Ello que irrumpe, arrasa y es desconocido, ante lo que nos amenaza hasta congelarnos y nos deja perplejos, que nos inhibe, nos encierra y nos aterra. Los sectores de poder parecieran haber adoptado lo primero; en cambio, lo humano, que da sentido a la trama significante, eso que no poseen las máquinas computadoras que parecen imponer el imaginario de la omnipotencia y la completud, tan veloces porque buscan por identidad de signos y símbolos, pero que carecen de lo humano; eso que tiene la capacidad de otorgar un sentido y siente, eso que en la configuración de las palabras las ex – cede y va más allá, bastante como para construir historia, narrativa que tenga significado, eso que da sentido al deseo y a la vida misma.
Lo humano que hace lazo y crea la transferencia entre humanos, que en un acto de deseo y amor, permite el roce de inconscientes en el acto analítico, que hace que seamos recibidos y reconocidos en el acto de la palabra que nos envuelve y nos aloja, porque otorga sentido; ese que nos permite ser vistos, mirados y escuchados por, en y para el Otro. Ese enlace, que en su multiplicidad forma redes, tramas y entramados, que solo puede darse entre almas, psiques, ahí, emerge en un aquí y ahora Eso-Ello, tan propio de lo humano y el lenguaje, que hace que trascienda toda aparente distancia, pantallas, píxeles y programas; pues, las máquinas son automatones que no cesan de hacer lo que pueden y con límites, para lo que poseen órdenes significadas a través de casi jeroglíficos, “comandos”, así los denominan en el lenguaje informático.
En cambio, lo humano y su lenguaje hasta casi un poco más allá de lo simbólico, hace lazo con lo humano, con el otro humano que habla la misma lengua, la de los afectos, que nos hacen tales por definición, como seres vivos, que nos enreda y nos enlaza afectivamente, grupalmente, que me recuerda a un comentario de Freud en 1905, respecto de un niño que había sido encerrado a oscuras en su cuarto y le gritaba a su tía que estaba fuera: “Tía háblame por favor, que cuando lo haces hay más luz”, pues el alma, las almas, se iluminan en el encuentro, en el enlace amoroso.
La máquina no entiende, no comprende, está incapacitada para extraer sentido, no interpreta, no siente, no enlaza; en su automatismo, solo puede buscar por identidad y decodificar órdenes, escritas por los ingenieros que programan los sistemas que le darán operatividad y consistencia, en un lenguaje formal, de matemas o fórmulas constituidas por símbolos discretos como números, letras y operadores algorítmicos. Será el “usuario”, que aportará lo humano, el sentido, la interpretación, la inteligencia y el afecto, lo que el mismo humano no ha podido reproducir en ningún símil mecánico, porque eso, es lo que nos anima, nos da vida y movimiento, el juego e interjuego entre lo conceptual y lo afectivo y entre ellos en sí mismos. Es ese movimiento humano que no cesando de escribir y de lazar y enlazarse crea una trama que otorga protección, comprensión, unidad y sostenimiento, creando afectos, construyendo vínculos, produciendo juntos y dejando marca, haciendo historia.
Durante esta pandemia larga, difícil, angustiante, que pareciera interminable, y que de acuerdo con la manera de estar al transitarla, aprenderemos tal vez (pues la posibilidad se nos brinda) que lo humano no es solo la razón, la inteligencia y los cuerpos, que lo material es solo un aspecto de la existencia; lo que le da vida y nos la da, es algo mucho más poderoso, que nos une en lazos que hacen otro cuerpo de tipo virtual, invisible, que lo podremos reconocer por sus efectos, como decía Freud, que constituye un entramado producido por lo que nos mantiene unidos y trasciende cualquier frontera, y también la de las pantallas. Eros, el lazo afectivo y amoroso, que hace que en la unión, en el encuentro, podamos seguir escribiendo, a través del discurso, la narrativa, que al otorgarle sentido sintiéndonos, nos permite seguir construyendo, pensando, amando y haciendo; más lazo, más vida, más texto.
“…Háblame…hay más luz cuando alguien habla”.
Freud (1905).
Bibliografía
- Freud, S. (1905). “Tres ensayos de teoría sexual”. En: Obras completas, Tomo VII, Bs. As., Amorrortu.
- Freud, S. (1926). El valor de la vida. Entrevista realizada por George Sylvester Viereck. Alpes suizos. En REIK, Theodor (ed.), Psychoanalysis and the Future, New-York: National Psychological Association for Psychoanalysis, 1975.
- Freud, S. (1930). “El Malestar en la cultura”. En: Obras completas, Tomo XXI, Bs. As., Amorrortu.
- Freud, S. (1937). “Análisis terminable e interminable”. En: Obras completas, Tomo XXIII, Bs. As., Amorrortu.
- Lacan, J. (2009). La instancia de la letra en el inconsciente o la razón desde Freud. En Escritos I, México, Ed. Siglo XXI.
- Lacan, J. (2010). Seminario 11: Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. Buenos Aires, Paidós.
Nota: el presente trabajo ha sido publicado por La Ed. Vergara, como un capítulo del libro de la Dra. Hilda Catz y colaboradores, “Las redes humanas, lo humano de las redes. Trabajando en Cuarentena y en la Post-Cuarentena”.
*Adriana G. Mecca
* Lic. Psicopedagogía Clínica – Universidad CAECE –
* Maestranda en Psicoanálisis – USAL – APA –
* Posgrado en Psicoanálisis de Adultos – Fundación TIEMPO.
* Licenciatura en Psicología – USAL – Equivalencias en Curso.
* Miembro Concurrente de APA (Asociación Psicoanalítica Argentina) – Departamento Niños y Adolescentes y Equipo Investigación en Psicoanálisis y Educación.
* Miembro del Equipo Maestría en Psicoanálisis y Doctorado en Psicoanálisis y/o lo Disruptivo USAL- APA.
* Miembro del Staff de Profesionales – Fundación TIEMPO.
* Docente del Seminario “Desarrollo Cognitivo” – Posgrado Estimulación Temprana – Fundación TIEMPO.
* Ex Miembro: Departamento de Prevención y Asistencia de la Fundación EPPEC (Escuela de Psicopedagogía Clínica), Equipo de Asistencia del Centro Periférico Martínez-Municipalidad de San Isidro, Superintendencia de Bienestar (Obra Social de la Policía Federal Argentina – PFA -), Obra Social del Personal de Dirección Industria Privada del Petróleo (Osdipp).
* Ayudantías de Cátedra en Grado y Posgrado – Universidad CAECE – Fundación EPPEC.
* Exposición de trabajos de mi autoría: en Congresos, Jornadas, Encuentros,
Charlas y Ponencias.
* Publicaciones: en Rev.”Actualidad Psicológica”, en la sección -Textos – de la Fudación Tiempo, y en libros de Jornadas y Trabajos del Dpto deNiños y Adolescentes – APA.
* Consultorio privado – Zona Norte.
* Contacto: adrianamecca@yahoo.com.ar
Canal Youtube: Adriana Mecca.