Esteban Valenti – II -sigue cuestionando al FA

¿VOLVEREMOS?

Esteban Valenti

Un periodista me preguntó, si ahora que el Frente Amplio pasará a la oposición yo volvería al FA. Es una pregunta formulada en forma recurrente a varios compañeros de Navegantes. En realidad el fondo es mucho más amplio, es que sucederá en el futuro con los desencantados y, naturalmente con el FA.

Voy a ampliar mi propia interrogante ¿Cómo debería reaccionar la izquierda ante la nueva situación política? El Frente Amplio tiene una enorme responsabilidad no solo ante su pueblo, ante el Uruguay, sino hacia toda la izquierda, pues se ganó un espacio y un respeto mucho más allá de nuestras fronteras.

Todo está relacionado para que se abra una etapa nueva con los miles de desencantados y los que abandonamos el FA, hace falta mucho más que algunos retoques, algunas frases ingeniosas o peor aún, la reiteración hasta el cansancio de la palabra “autocrítica”. Las primeras señales no son muy promisorias.

Lo que hace falta es un debate a fondo basado en una análisis crítico del pasado, pero sobre todo mirando hacia el futuro. ¿Existen en el FA las condiciones, las capacidades políticas, ideológicas, teóricas para ese análisis? No será fácil, se ha perdido mucho tiempo y mucho espacio en el conjunto de la izquierda. Son inseparables los contenidos de las formas.

Algunos piensan que lo que resolvía todo era un recambio generacional y la vida les dio un portazo en las narices, porque hay un gran vacío resultado de la obra devastadora del poder y la burocratización de la política. Lo que no se ve por ningún lado es un grupo de cuadros de diversas generaciones para ocupar ese espacio de liderazgo. No hablemos de carisma, al menos de una conducción en serio, basada en el nivel y la capacidad. Hay solo atisbos.

El debate de cara a la sociedad debería servir para encarar algunos temas fundamentales que han ido quedando pendientes, o que simplemente se han borrado de la agenda y de la identidad de la mayoría de la izquierda uruguaya actual.

Existe la posibilidad de tratar de flotar durante estos próximos 5 años, barricarse en las intendencias de Montevideo y Canelones y esperar que al nuevo gobierno de coalición le vaya mal. Debe ser una tentación para unos cuantos, más allá de las declaraciones de ocasión. Sería el penúltimo paso para cambiar definitivamente la esencia de la izquierda uruguaya.

Hay que partir de una base de la realidad dura y cruda: el actual FA ha cambiado radicalmente, con una supremacía total del MPP a nivel parlamentario, 24 diputados en 42 y 29 parlamentarios en una bancada de 55 legisladores. Y una mayoría total del PCU a nivel de la estructura actual del FA. Si el eje del debate impuesto o asumido es cuidar, preservar y limitar todo, al mantenimiento de estas condiciones, el fracaso está asegurado. A un FA así no creo que vuelvan muchos y que tenga una gran perspectiva de crecer. En el actual FA es más fácil reformar las tablas de Moisés que el estatuto.

¿En sus filas orgánicas el FA tiene las capacidades intelectuales, políticas, ideológicas y culturales para encarar ese imprescindible debate y análisis? No las tiene, necesita apelar a sectores de la academia, de la sociedad civil, del mundo de la cultura, del periodismo y crear las condiciones adecuadas. Y hacerlo de cara a la sociedad. Sería además de una señal autocrítica en sí misma, una muestra de humildad y de responsabilidad ante el pueblo uruguayo.

La calidad, la densidad, la creatividad de las ideas para generar una masa crítica que construya la base para un nuevo y diferente momento de la izquierda es clave. No se trata de mover el aire, sino de generar pensamiento y reflejos críticos naturales y permanentes. Y animarse a los cambios necesarios.

El objetivo debería ser reconstruir lo que se perdió por el camino en diversos girones a partir del 2005, un Proyecto Nacional, una base social y política para ese proyecto y una organización política plural, abierta, adecuada a los nuevos tiempos para poder impulsar ese Proyecto en un mundo que está cambiando velozmente.

Repaso algunos temas que me parecen fundamentales. Es obvio que se debe realizar un balance serio y profundo, no descriptivo, sino analizandolos resultados y las causas de los procesos de los tres gobiernos del FA.

El trabajo, sus profundas transformaciones, su organización, la incorporación de las nuevas tecnologías y su relación con el potencial productivo nacional. Desterrando esas frases hechas que se han utilizado hasta el cansancio para tratar de encubrir el desgaste de las ideas y la falta de audacia. Y los derechos y deberes del trabajo en este nuevo momento, vistos desde la política y no del sindicalismo. Lo de agregarle valor a la producción, es tan poco novedoso que hasta el nuevo embajador norteamericano lo incorporó en su primer discurso al asumir su cargo en Montevideo…

Hoy el trabajo es tecnología, es investigación, es inversión de recursos en este sector clave, es la educación y formación masiva para el uso de las nuevas tecnologías. Se dieron pasos importantes, pero todavía pequeños y desarticulados con el resto de las estrategias del desarrollo.

Pero además debemos analizar una de las mayores derrotas sufridas en 15 años por el FA, el manejo del Estado, o mejor dicho el Estado manejando al FA. No podemos quedar anclados en esa dicotomía pobre y antigua de Estado vs. Privados, le faltan componentes fundamentales, como las formas de economía social, cooperativa, solidarias. El Uruguay tiene mucha experiencia desaprovechada y tenemos mucho que aprender de otros países.

La redistribución de la riqueza, inseparable de los dos temas anteriores  y de otro aspecto fundamental, la integración social, que no puede ser solo la repetición sin fin de estadísticas, cuando hoy tenemos 160 mil personas viviendo en condiciones infrahumanas, la mayoría menores y mujeres. Y cuando del otro lado de la zanja social nos ha quedado un sector social, sumido en una pobreza muy cruel, más dura material pero sobre todo culturalmente que antes. Y con una localización territorial que le ha cambiado la cara a la ciudad y a diversas zonas del país.

La educación como la base de cualquier política progresista en un Proyecto Nacional. El trabajo, las políticas sociales, la integración no es posible si no hay un cambio radical, de ADN de la educación pública. La educación fue históricamente un rasgo distintivo de la izquierda uruguaya y latinoamericana, hasta que aquí en nuestro país tuvimos que gobernarla.

Tenemos por primera vez un superávit energético, aunque con costos de generación eólica elevados en comparación con otros países. Pero la tenemos y debemos diseñar un nuevo ciclo productivo a partir de esas posibilidades y de su uso como incentivo de primer nivel para la inversión y la producción.

Ese es otro aspecto clave, en materia de inversiones Uruguay puede tener un fuerte viento de cola. Por la simple comparación con la situación regional, de Chile, de Argentina, de Brasil, de Bolivia, de Paraguay, de Colombia y ni que hablar de Venezuela. Eso incorpora con mucha fuerza la política internacional y la integración con la región y con el mundo. ¿Cómo reaccionaremos?

De los peligros del medio ambiente y sus cambios dramáticos no se salva nadie, ni los que defienden a ultranza la responsabilidad humana en el cambio climático a los que la niegan. Lo que está claro es que en Uruguay hay fenómenos nuevos y muy preocupantes que son de nuestra entera responsabilidad. Son procesos lentos y los cambios producirán consecuencias a medio y largo plazo. El uso del tiempo es fundamental.

Otro elemento de ese Proyecto Nacional tiene que ver con el desarrollo del sector logístico. Uruguay y los países de la región inexorablemente están asociados a la producción en masa, al aumento de las cargas que hay que desplazar y para avanzar en ese terreno tenemos que ser previsores y tener una gran audacia. No se puede correr de atrás, hay que adelantarse. Los superpanamax  ya están aquí y nosotros seguimos teniendo el mejor puerto de aguas profundas de toda la región conectado a dos hidrovías como la del Paraná-Paraguay y la del río Uruguay – río Negro y la incorporación de un nuevo nivel en el transporte ferroviario, con posibilidades del uso a futuro de la energía eléctrica, es clave.

Un Proyecto Nacional que promueva la libertad, la democracia, sobre la que la izquierda uruguaya sin lugar a dudas ha dado pruebas de haber aprendido y avanzado mucho y que incluye el tema de los derechos, en primer lugar de igualar realmente los derechos y oportunidades de mujeres y hombres, pero también la de los deberes. No es un tema de equilibrio, es más profundo, es el desarrollo de una nueva cultura mucho más avanzada de la convivencia y de la vida en comunidad.

Democracia, libertad y la moral y la ética son temas que van más allá del manejo ilegal de los recursos públicos o de las coimas (peculado), tienen que ver con una reflexión filosófica, sobre la época y sobre la izquierda y más en general sobre la república. Y no podemos hablar solo de abstracciones, sino de experiencias concretas que impactaron directamente en gobiernos de izquierda, aquí en Uruguay.

Es obvio que tendremos que realizar, tendrán que realizar, un análisis crítico del tema de la seguridad, de la política militar y de todos los temas conexos, donde los resultados han sido realmente malos o muy malos. No puede existir una izquierda del siglo XXI que no incluya una elaboración profunda sobre estos temas. Sobre todo con 15 años de experiencia en el gobierno. La delincuencia organizada es uno de los mayores peligros que enfrenta el país y la región.

Y por último un tema clave, hay redes, hay nuevas tecnologías, hay cambios en las costumbres pero los partidos, las coaliciones, los frentes deben ser capaces de adecuarse en conjunto a estos nuevos tiempos, en su organización, en su promoción de la diversidad, en su formación de cuadros, en sus sistemas de información y formación masiva. Y no casi exclusivamente en defender la cuota de poder en la estructura que ya existe.

Hay algo que sintetiza todos estos proyectos, es la batalla cultural, donde hemos retrocedido, no solo por la caída en el número de votos, sino en aspectos mucho más de fondo y comprometedores del avance progresista de una sociedad.

Mencionamos algunos puntos, sabiendo que además hay factores de sensibilidad, de heridas, de dolores importantes, porque lo que no ha cambiado y no cambiará nunca, es que somos seres humanos, con ese enorme potencial de hacer el bien y también todo lo contrario.

 

P.D. Esta columna es una de las tantas columnas lanzadas al viento de los lectores, porque tengo claro que el actual Frente Amplio es impenetrable al debate.

  

Esteban Valenti – Periodista, escritor, coordinador de Bitácora, director de Agencia de Noticias Uypress

UyPress – Agencia Uruguaya de Noticias

 

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