LOS ISRAELÍES NO SON REALMENTE DE DERECHA

ADMITÁMOSLO : LOS ISRAELÍES NO SON REALMENTE DE DERECHA

Por Ran Bar Yoshafat

 

Si observamos con atención qué es lo que piensa el israelí promedio en cuestiones sociales y económicas y las razones por las cuales la derecha cree que está en el poder, mientras la izquierda siente que pierde terreno constantemente, comprobaremos que ello se debe a la  habilidad de maniobra del Primer Ministro y a la ineptitud de la izquierda.

Después de la ceremonia de inauguración del primer gobierno de izquierda el domingo pasado encabezado por Benjamin Netanyahu, es tiempo de admitir una verdad muy sencilla: Israel no tiene un gobierno con mayoría de derecha. En realidad, la derecha no ganó las elecciones. Lo cierto es que la derecha no ha estado en el poder en los últimos 40 años, ni siquiera en la última década. Eso no se debe a que la derecha no sabe gobernar, lo que es cierto, sino porque la gente en su mayoría no se inclina por posiciones de derecha.

En lo que se refiere a seguridad, la mayoría comprende que no hay socio real y confiable en la otra parte. Sin embargo, la mayoría se opone a extender la soberanía israelí en la Margen Occidental ni total ni parcialmente. El pueblo de Israel tolera que el gobierno no adopte una política más agresiva hacia los asesinos de la otra parte. No hubo muchas diferencias entre los gobiernos de derecha e izquierda, siendo quizás la única diferencia la ilusión de la izquierda de que conversaciones de paz podrían contribuir realmente a la estabilidad y a la seguridad de los ciudadanos.

Lo mismo es válido para la economía. La mayoría de los ciudadanos desean pagar menos impuestos y recibir más servicios públicos, pero en realidad no existe una discusión profunda sobre la economía y la financiación de los gastos del estado. La derecha económica quiere menos regulación, un mercado libre y un sector público reducido, mientras la izquierda económica  quiere que el estado asuma una mayor responsabilidad por el bienestar de sus ciudadanos, que planifique la economía y que financie más obra pública. En realidad, solo una minoría en ambos bandos tienen una visión en profundidad de los problemas económicos y estos solo suelen ser debatidos en foros reducidos de especialistas.  Sin embargo, el israelí promedio tiende más a la izquierda. Un ejemplo muy claro es la amplia influencia de los sindicatos que suele ser perjudicial para la economía. La derecha tampoco tiene una mayoría en lo atinente a la relación del estado con la religión. Si bien la mayoría de la  población judía del país se siente vinculada a la tradición, la mayoría no observa el sábado, ni toma baños rituales u observa el rito de lavado de manos antes de partir el pan.  A pesar de algunas campañas exageradas e inconvenientes sobre la presunta conversión del país en un país dominado por la religión, la esfera pública en Israel se vuelve cada vez más secular. Más aún, el vínculo automático que suele establecerse entre la kipá, la barba y la derecha indica que la gente suele tener mala memoria. Después de todo, el partido ultra-ortodoxo Shas  apoyó los acuerdos de Oslo y tanto este grupo comno el Partido del Judaísmo de la Torá tienen posiciones muy izquierdistas en temas económicos. La conexión de los israelíes con la tradición es fuerte y se manifiesta en la radio, la televisión y el cine, pero la visión negativa de la vida religiosa que suelen transmitir a menudo estos medios, demuestra qué sector realmente tiene mayor influencia en la opinión pública. La aspiración de la derecha a limitar la autoridad de la Corte Suprema porque considera  que viola la separación de poderes, es vista como un peligro para la democracia por la mayoría o es aceptada con relativa indiferencia. Quienes censuran a la Corte Suprema y desean limitar su autoridad integran las mismas organizaciones que desean imponer la soberanía israelí en los territorios, critican a la academia  y a los medios de difusión por considerar que apoyan a la izquierda y reclaman más mano fuerte de la policía en el sur de Tel Aviv.

Por su parte, la izquierda que es mayoría en los medios académicos, los medios de difusión y la fiscalía del estado, considera que la Corte Suprema es el protector de la democracia, contrariamente a legisladores egoístas que solo actúan por razones políticas y no anteponen los intereses del pueblo. La única razón por la cual la derecha cree que está en el poder y la izquierda se siente una perdedora crónica es el Primer Ministro Benjamin Netanyahu y su habilidad para dirigir coaliciones imposibles que no tienen nada de común desde el punto de vista ideológico. En cambio, la izquierda no puede armar ni el más elemental rompecabezas político desde la caída de Mapai (antecesora del Partido Laborista).   Por ello, la mayoría no es de derecha ni lo ha sido en los pasados cuarenta años. Es un centro tímido y somnoliento.

 

(Traducido por Egon Friedler de Ynet (Israel) – 23.5.2020)

 

 

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