“Los primeros judíos que llegaron a la América del Norte fueron veintitrés refugiados de Recife (Brasil), quienes arribaron en septiembre de 1654 a la pequeña comunidad holandesa de Nueva Amsterdam, un puesto avanzado de la Compañía Holandesa de las Antillas sobre el río Hudson. Desembarcaron exhaustos y apenas lo hicieron, el gobernador, Peter Stuyvesant, les dijo que debían marcharse. Stuyvesant le pidió permiso para expulsarlos a la Compañía Holandesa de las Antillas:
《…Los judíos que han llegado quieren, casi todos ellos, quedarse aquí, pero como sabemos que (con su habitual usura y engañoso comercio con los cristianos) les eran muy poco gratos a los magistrados inferiores, como también al pueblo que siente mucho afecto por vosotros; como, además, el diaconato teme que, dada su actual indigencia, pueden llegar a ser una carga en el invierno que se avecina, hemos considerado, en beneficio de esta población débil y que empieza a desarrollarse y del país en general, que era útil pedirles en forma amistosa que se marcharan; orando también muy seriamente en ese sentido, tanto por nosotros como por la comunidad general de vuestros cultos, para que a esa engañadora raza -de tan aborrecibles enemigos y blasfemos del nombre de Jesús- no se les permita seguir contagiando y perturbando la paz de esta nueva colonia》.
Una audaz petición de los judíos de Amsterdam y la intervención de los accionistas judíos de la Compañía de las Antillas dio por resultado que se dejaran sin efecto las órdenes de Stuyvesant. A los judíos se les permitió quedarse, con la siguiente condición: 《Que los pobres que hay entre ellos no se conviertan en una carga para la compañía o la población, sino que sean mantenidos por los demás》. Así empezó la primera gran comunidad judía de la América del Norte que, con el tiempo, fue la mayor del continente”.
Abba Eban: “Mi pueblo – Historia de los judíos”
(En la imagen: Peter Stuyvesant