Stephen Hawking siempre se ha declarado como una persona no religiosa, así que no debería extrañar a nadie que el brillante físico se declare ateo en su último libro publicado a título póstumo. Sin embargo, en esta ultima ocasión Hawking también ofrece una explicación a su falta de fe: la simplicidad.
Aunque Respuestas breves a las grandes preguntas (Brief Answers to the Big Questions) está lleno de reflexiones interesantes sobre la naturaleza del universo o el tiempo, el pasaje que más está llamando la atención del púbico en su obra es una corta reflexión sobre la fe, y sobre por qué Hawking cree que Dios no existe. Dice así:
¿Tengo fe? Todos y cada uno de nosotros somos libres de creer aquello que queramos, y mi creencia al respecto es que la explicación más simple es que no existe dios. Nadie creó el universo y nadie dirige su destino. Esto me lleva a una profunda reflexión personal: Probablemente no existe un cielo ni ningún tipo de vida después de esta.
Apelar a la navaja de Ockam para explicar la no existencia de dios es una manera tan simple como elegante de despachar cualquier creencia en lo sobrenatural, pero no debería sorprender mucho. Pese a los bulos que circulan por Internet sobre su supuesta conversión a la fé en sus últimos años de vida, Hawking siempre se ha definido como una persona no religiosa. En 2010 amplió esa definición en su libro El gran diseño, donde explicaba que las propias leyes que rigen el cosmos, como la gravedad, hacen completamente innecesaria la presencia de una entidad que deba dirigir el universo.