#WeRemember

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Anna Donner ©®
El sábado fui a ver a mi padre. Hace unos meses también está allí una de sus primas. En el comedor, lo cambiaron de mesa: ahora se sienta con ella. El hilo de la trascendencia se va contando de generación a generación, para que nuestros hijos sepan de donde vienen, para que le cuenten a los suyos… El sábado pasado pensé en cómo León, que también se sienta en la mesa con mi papá, estuvo en Trebilnka  creyendo que no saldría vivo de allí, siendo tan sólo un niño, y en el milagro de que tiene noventa años, está lúcido y sale a fumar al jardín después de las comidas, aún en pleno invierno. La prima de mi padre, Dora, también tiene una historia para contar…
—Entonces llegaste al Uruguay en julio de 1939.
—El 7 de julio de 1939, según mi leal saber y entender.
—Iban a ir para Chile. ¿Recuperaron lo que estaba en la bodega del barco?
—Recuperamos después de seis meses lo que teníamos en la bodega del barco, mi mamá tenía mucha ropa de cama porque pensaba poner una pensión en Chile para ayudar a la familia, mi papá ya era un hombre medio enfermo, tenía ollas, cacerolas, ropa de cama, acolchados de lana y todo eso… yo todavía tengo almohadones de plumas de esos que mi mamá trajo.
—Y como  Natalio estaba en el puerto se quedaron acá, ¿cómo fue eso, estaban todos en el puerto? Llegaron al puerto de Uruguay y…
—Estábamos todos en el puerto charlando y el tío Natalio dijo “Bájense y Chau”, y le dio unos pesos al marinero para que hiciera la vista gorda de que estábamos bajando… por eso no teníamos los documentos, quedaron con el Capitán, sólo teníamos Visas para Chile. Nos quedamos acá, trajeron unas camas turcas que fabricaban los tíos, hacían camas, tenían fábrica de muebles, tenían una máquina para hacer elástico, yo todavía tengo ese elástico en mi cama, un elástico de rulitos de alambre… debajo de eso pusieron maderas para sostenerlo porque se vencía, entonces trajeron camas turcas de una plaza, para que tuviéramos donde dormir…
—¿Y se quedaron con ellos en el mismo lugar?
—Nos quedamos en el apartamento…
—¿En dónde era el departamento?
 —En la calle Guaviyú, para más señas, Guaviyú 2694, a la vuelta de la plaza. Ahora hay un club de básquetbol, el Goes. Y ahí fuimos organizando la vida. Recién en el 46 cuando estábamos en la escuela y yo tenía que entrar al liceo en el 47, sacamos la cédula.  A Nomi y a mí nos dieron cédulas normales pero a mis padres les dieron la cédula con una banda que decía “esta persona no está autorizada a residir legalmente en el país”.
—Me contaste que iban a la playa, a una carpa del Zhitlovsky…
—Una carpa grande para todos del Zhitlovsky, con una lona en el medio para hombres y para mujeres, con una entrada para los hombres y otra para las mujeres, toda la gente del Zhitlovsky en el verano hacíamos playa ahí.
—¿Todo el día?
—Todo el día no, porque mi papá trabajaba y mi mamá tenía que prepararle la comida, cuando éramos un poco mayores nos dejaba ir solos, siempre que respetáramos el horario de no bañarnos de las tres horas y después venía mi mamá con la comida. Atendía a papá y dejaba en la casa todo sin lavar… los platos, y las cosas, las tapaba con un repasador, en el invierno también nos sacaba a pasear, cada domingo, era más importante tomar aire que ponerse a lavar… y de noche lavaba…
Mi mamá con Jane en la panza ostentaba, las demás no, tenían vergüenza, mi mamá terminó llevando a la playa a cantidad de chiquilines del barrio, porque la gente uruguaya… las mujeres no iban, cómo iban a ir a desnudarse a la playa, mi mamá así, despacito, despacito, iba reeducando a algunas personas reeducables; llevaba a cantidad de chiquilines a la playa y se hacía responsable…
—Me habías contado que una vez en Europa iban en un tren y subieron los alemanes y que ustedes eran chicas…. ¡Quiénes estaban en el tren?
—Mamá, papá y las dos niñas… Subieron, como brutos que eran, empezaron a decir “¡documentos! ¡documentos!, ¡abajo!”, y nos bajaron. Íbamos en un coche cama. Estando en Rumania yo me enfermé de escarlatina, entonces el médico tuvo que declarar y me pusieron en cuarentena en un hospital, entonces nos atrasamos con eso, cuando salí del hospital estaba muy débil y no estaba en condiciones de viajar, perdimos el barco y los billetes.  Papá quería despedirse de la familia de Polonia. Mi abuelo ya no vivía pero había familia de mi papá. Nos despedimos y nos fuimos en el tren. Cuando llegamos a la frontera checoslovaca nos pararon. Mi mamá estaba todavía en salto de cama porque recién nos levantábamos, Nomi era chiquita y estaba en el piso ahí jugueteando…  empezaron como brutos a tirar las valijas, le tiraron a Nomi un valijón encima de la espalda que no sabemos cómo no se la partió, nos hicieron bajar del tren, el tren se fue y quedó un alemán cuidándonos. A papá se lo llevaron, quedaban mamá y las nenas… Y yo muy atrevida, que sabía hablar alemán, era el único idioma que sabía hablar, le dije al alemán que nos custodiaba: “vos sos un hombre malo vos hacés llorar a mi mamá y a mi papá” y entonces vi pasar por ahí un sulki y le dije “Ves? Yo ahora me voy con ese coche a mi casa, quería referirme a mi pueblito, y hablo con polizist, que era el policía del pueblo, que te lleve preso porque sos un hombre malo porque hacés llorar a mi papá y a mi mamá”. Me dio un buen cachetazo y dijo que los judíos no saben educar a los hijos. Nos llevaron a un salón de la estación de tren, yo vi a otras mujeres con niños, lo único que recuerdo es que pasamos la noche ahí, mi mamá sentada con una niña de un lado y otra niña del otro lado, se oían lloros y lamentos, eso es lo que yo me acuerdo, y bueno… al otro día misteriosamente apareció mi papá con un policía, con un soldado,  y dijo “Vamos”… Y pasó un tren y nos empaquetaron en el tren con los bártulos, con todo, y nos fuimos… y llegamos a Génova y el barco salía de Génova y llegamos a Uruguay.

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