Amós Oz | Una historia de amor y oscuridad

Amós Oz | Una historia de amor y oscuridad
Capítulo 10 (fragmento)

“Aunque también ellos eran ardientes sionistas, mi abuelo Alexander y mi abuela Shlomit, con mi padre y David su hermano mayor, no se fueron a Palestina; las condiciones de vida allá parecían ser excesivamente asiáticas para su gusto, así que se fueron a Vilna, la capital de Lituania, adonde llegaron recién en 1933, y para entonces, según resultó, el antisemitismo en Vilna ya se había agravado al punto de actos de violencia contra estudiantes judíos. Mi tío David, especialmente, era un europeo confirmado, en una época cuando, al parecer, nadie más que los miembros de mi familia y algunos otros judíos como ellos lo eran. Todos los demás resultaron ser patriotas paneslavos, pangermánicos o simplemente letones, búlgaros, irlandeses o eslovacos. En las décadas del ’20 y el ’30 los únicos europeos en toda Europa eran los judíos. Mi padre siempre solía decir: en Checoslovaquia hay tres naciones: los checos, los eslovacos y los checoslovacos, o sea los judíos; en Yugoslavia había serbios, croatas, eslovenos y montenegrinos, pero incluso ahí vivía un grupo inconfundiblemente yugoslavo, el de los judíos, y hasta en el imperio de Stalin estaban los rusos, los ucranianos, y uzbecos, chechenes y tártaros, y entre ellos los únicos verdaderos miembros de una nación soviética eran nuestros cófrades.
Ahora Europa cambió completamente y está llena de europeos de pared a pared. A propósito, también los grafitis en Europa han cambiado de pared a pared. Cuando mi padre era un muchacho en Vilna todas las paredes en Europa decían “fuera los judíos, a Palestina!”. Cincuenta años más tarde, cuando volvió a Europa de visita, todas las paredes gritaban “judíos, fuera de Palestina!”

Extraído de “Una historia de amor y oscuridad”, Editorial Siruela, Madrid, 2006.
Traducción del hebreo de Raquel García Lozano.

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