NOTA AL SUEÑO DE COLERIDGE DE BORGES

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NOTA AL SUEÑO DE COLERIDGE DE BORGES

– Pablo Cúneo –

Hay un relato de Borges llamado El sueño de Coleridge, cortito de no más de dos páginas, que está incluido en su obra Otras inquisiciones, que resulta apasionante. Borges nos cuenta que Coleridge soñó un poema y que al despertar solo pudo poner por escrito un  fragmento del mismo pues el resto lo olvidó al ser interrumpido por un visitante. El fragmento lo tituló con el nombre de un emperador mogol Kubla Khan, es que estaba leyendo el pasaje de un libro que trataba sobre  la construcción del palacio que el emperador mandó realizar cuando le ganó el sueño en el que se le apareció el poema.

Borges refiere que el sueño fue soñado en 1797 y publicado por Coleridge en 1816 y que fue anterior a la llegada a occidente de la información de que Kubla Khan mandó construir el palacio a partir de un sueño previo que tuvo sobre el mismo. Nos llama la atención Borges de este curioso hecho: “Un emperador mogol, en el siglo XIII, sueña un palacio y lo edifica conforme a la visión: en el siglo XVIII, un poeta inglés que no pudo saber que esa fábrica se derivó de un sueño, sueña un poema sobre el palacio”.

Borges ensaya una serie de posibles explicaciones, entre racionales –capaz que Coleridge si pudo haber leído antes algo referido al sueño del emperador y creó la ficción de que lo soñó-, y otras que van más allá de lo racional con las que Borges juega con su maestría.

Si descartamos toda casualidad o intencionalidad del poeta uno queda atrapado por el enigma, dejándonos así una sensación de estar ante un hecho misterioso y cuasi-sobrenatural.

Esta sensación misteriosa que nos deja el relato borgeano se emparenta mucho con vivencias que ocurren habitualmente en la experiencia analítica. El paciente con sus gestos y su palabra, un verdadero texto vivo, despierta en el analista toda una serie de pensamientos, de vivencias y sensaciones corporales.

Sólo cuando el analista puede enlazar esos pensamientos y esas resonancias vivenciales con el paciente  pudiendo darle forma a través del lenguaje dejan de ser algo difuso y entran a formar parte de una comprensión más profunda de lo que está ocurriendo.

Esas experiencias que parecen tener un halo de misterio y de enigma cobran un sentido en el marco de la comunicación y captación inconsciente que se da por parte del analista de lo que pasa en el paciente.

Algunos ejemplos:

-mientras una paciente cuenta de su infancia empiezo a sentirme pequeño corporalmente y tengo casi la alucinada visión de percibir a la paciente con un cuerpo enorme, a los pocos minutos la paciente cuenta por primera vez sus vivencias de adolescente de sentir su cuerpo gigante comparado con el de sus compañeros.

-un día de verano llega una paciente en sandalias, al verla mi primera ocurrencia es que trae un pie sin calzado,  en el discurrir de la sesión hace referencia al cuento de la cenicienta y la pérdida del zapato que encuentra el príncipe.

-me ha ocurrido en diferentes oportunidades cometer un lapsus diciendo un nombre por otro, por ejemplo el paciente me habla de su novia Gabriela y yo digo Mariela. Ambos quedamos sorprendidos, le pregunto por el nombre Mariela y a partir de ahí surge toda una serie de recuerdos con alguna Mariela importante que conoció en su vida y que estaba olvidada. La sorpresa es mayúscula pues el paciente nunca trajo ese nombre y soy yo a través de mi lapsus que lo nombro.

Lo que parecen ser episodios enigmáticos y misteriosos no son sino conexiones inconscientes, tal como Freud lo pensó en sus trabajos sobre la telepatía y que pueden ser comprendidos al ser introducidos en el marco de la palabra.

Volvamos al sueño de Coleridge. Por supuesto aquí no hay dos personas conectadas en vida, hay una persona viva que sabe de otra muerta hace 5 siglos pero conectada con su historia a través de un texto, el relato  de un tercero, que a su vez lo ha recibido y transmitido a su manera y que fue el que dio lugar al sueño – poema. ¿Por qué no pensar en la posibilidad de que en su identificación con el emperador el poeta a través del texto captara con su sensibilidad algo del orden del deseo, en su habitual vía onírica presente en la creación del gobernante?

Tal vez esa identificación de Coleridge con Kublai Khan  fue dada por la lucha que cada uno de ellos tuvo con uno de sus hermanos: el emperador venciendo a uno de ellos militarmente para transformarse en tal, y el poeta, que se refugiaba en la biblioteca escapando de las ridiculizaciones a las que estaba expuesto por su hermano Frank, victorioso en su creación literaria.

Capaz se trate de una serie de sueños sin fin -nos dice Borges- a la espera del último donde se encuentre la clave, yo solo quería agregar una especulación más a una serie también infinita donde la clave siempre creamos hallarla en la última de estas especulaciones.

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