Derechos de dos pueblos

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Derechos de dos pueblos

Cr. Isaac Markus

 

Dos derechos sobre el  territorio, uno –el  judío- basado principalmente en su vieja pertenencia histórica de carácter nacional y en el rango que ha tenido ese territorio en su cultura y religión, el  otro –el palestino- basado en la presencia de una mayor población en el lugar durante los últimos años aunque sin antecedentes claros como nación, y también –aunque probablemente con menor relevancia que en el caso judío-  en un vínculo cultural y religioso.

Dos derechos humanos respetables que de alguna forma se contraponen y que dificultan encontrar el justo punto medio que satisfaga a ambas partes. ¿Es posible encontrar la paz recurriendo a una posición más concesiva que la adaptada actualmente por Netanyahu? ¿Puede un pueblo que ha sido castigado hace menos de 100 años con la mayor aniquilación colectiva planificada y llevada a cabo con total frialdad de la historia conocida arriesgar concesiones que lo pudieran colocar en la antesala de un nuevo genocidio?

Es cierto que la instalación de asentamientos en los territorios ocupados puede ser interpretada como la manifestación de un propósito anexionista y que no contribuye a la paz. ¿Pero es ese el hecho esencial para el no logro de la paz o lo es la falta de un interlocutor palestino que abandone su propósito de quedarse con todo y que esté dispuesto a negociar algún tipo de concesiones razonables de ambos lados?

Aunque Netanyahu podría ser considerado como un fanfarrón en un barrio de fanfarrones, su discurso no llega al nivel de proclamar la destrucción o la desaparición del otro como si lo hacen varios de los líderes árabes con respecto a Israel. Esto alimenta la sospecha de que un líder más blando lo único que lograría es ser rápidamente digerido por las fauces  de quienes no están realmente interesados en la paz.

La nueva forma de antisemitismo consiste en lloriquear sobre la ocupación israelí sin facilitar ninguna salida para negociar su finalización. Es una forma de manipulación política que pueden usar los antisemitas disfrazando su antisemitismo detrás de un propósito ético. Es muy similar a la práctica de colocar niños en lugares de enfrentamiento militar de primera línea para luego poder acusar a Israel de falta de humanidad. En cierta forma, estamos ante un conflicto entre naciones donde el centro de la cuestión para los judíos no radica en la adopción de políticas de izquierda o de derecha sino en la mejor forma de asegurar la supervivencia nacional. Quizás a ello se deba la permanencia política de Netanyahu,  a quien la población israelí sigue dando su apoyo en el único país democrático de los que participan en el conflicto.

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