Penetrar la tormenta.

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Anna Donner©®

Dormí con la música del golpeteo de las gotas de la lluvia y de los truenos. Desperté como todas las mañanas, sabiendo que debía levantarme para penetrar la tormenta. La tentación de quedarme en la cama calentita era grande, pero aun así me levanté. En las puertas del invierno, a esa hora es noche cerrada. Penetrar la tormenta en la noche cerrada de un día que es gris. Tan gris como los de otros inviernos, allá lejos y hace tiempo, me es inevitable realizar la comparación, el aire es tan húmedo que cuesta respirarlo. Pero el pronóstico del tiempo no anuncia mejorías a corto plazo. Los días son grises y las noches muy negras. Sólo las aves nocturnas ven la luz al final del túnel y lejos de iluminarles el camino, las enceguece.

Y el cuervo inmóvil, fúnebre y adusto

sigue siempre de Palas sobre el busto

y bajo mi fanal,

proyecta mancha lúgubre en la alfombra

y su mirada de demonio asombra…

¡Ay! ¿Mi alma enlutada de su sombra

se librará? ¡Jamás!” EAP.

 

Es el clímax de una sociedad enferma, con delirios de buenos, malos y feos, danzando con mano dura al son de Ennio Morricone, que cree que vive en un territorio indómito y recibe amenazas perennes en una ciudad donde la única ley es el plomo y la solución final es la muerte a quien no acate la autoridad, cara visible de un abyecto sentimiento que muchos albergan en el fondo de su alma. Despacito, y paso a paso, se van animando a gritar las consignas fascistas que tanto los enamoran. Las diferencias con el pasado son nimias, la subversión ahora se llama “delincuencia”, pero el sentimiento es el mismo: Mano dura, muerte, tenencia de armas como en el lejano oeste: “él tira, yo tiro”, y una lujuria inconmensurable se apodera de ellos cuando piensan en la Guardia Republicana saliendo otra vez a las calles. No es “Vivir sin miedo”, es vivir a los tiros, como en el Brasil de Bolsonaro, donde la policía se equivoca cada tanto y mata a la persona equivocada. De este modo, tanta apología a la violencia se convierte en violencia pura y dura. Se sabe que desde el comienzo de todos los tiempos no es conveniente que las masas piensen, sino que acaten. ¡Fir-mes!, evoca un pasado demasiado doloroso que se refleja en el mensaje de pestilentes consignas, estos psicópatas están sedientos de armas y violencia. Resulta paradójico el discursito de bolsillo de la erradicación de la violencia… ¿con qué?  Con más violencia y cero intelecto, esperemos que se tomen “prontas medidas de seguridad” contra estos seres deleznables, de lo contrario sólo nos queda deleitarnos al ritmo de Ennio Morricone y… rezar. Así es, las balas de plomo han penetrado la tormenta.

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