Platón, la cabalá y la escritura

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Platón, la cábala y la escritura.  Pablo Cúneo

-Según tú, ¿dónde está Dios?

-En el texto.

-Pero si él es impronunciable.

-Justamente!!

(Diálogo imaginado entre Platón y un cabalista)

Históricamente la escritura propiamente dicha comenzó en Sumeria hace más de 5 mil años. Ella se desarrolló desde la pictografía a la escritura fonética propia de los jeroglíficos hasta llegar al signo con valor alfabético.

Los sumerios, pueblo no semita que habitó el sur de Mesopotamia hacia el año 3500 A.C., fueron los que inventaron la escritura llamada cuneiforme por la forma en que sus signos eran realizados con una cuña en tablillas de arcilla. El material utilizado, arcilla blanda que luego se secaba al sol, permitió que miles de esas tablillas perduraran en el tiempo, siendo luego descubiertas en las expediciones arqueológicas.

Su escritura era esencialmente silábica como lo fue también la escritura jeroglífica de los egipcios; si en la pictografía el dibujo representaba un objeto, por ejemplo el círculo para sol, en la escritura silábica el círculo pasó a representar el sonido sol. Así por ejemplo si la lengua fuera el castellano y uno quisiera escribir soltero, dibujaría un sol y un tero.

El paso dado fue trascendental pues el dibujo dejó de representar a la cosa para representar un sonido silábico y con ello la escritura se hizo más abstracta hasta llegar al máximo de su abstracción con la invención de la escritura alfabética donde la letra pasó a representar al fonema.

Este último paso fue realizado por los fenicios, de ellos tomaron los hebreos y también los griegos su escritura. Algunos plantean una etapa intermedia entre los jeroglíficos egipcios y el alfabeto fenicio a partir del descubrimiento de la escritura proto-sinaítica encontrada en las minas de turquesa del Sinaí donde se adoraba a la diosa egipcia Hathor y donde se encontraron algunas letras como la aleph que luego será la primera de las letras del alfabeto fenicio.

Cada una de las letras creadas por los fenicios tiene un significado pues ellas fueron creadas por acrofonía: se tomó el dibujo de un objeto con el que comenzaba el sonido que se quería representar. Así para la letra beth se dibujó una casa para representar el fonema a partir de que el termino casa en fenicio (baith, al igual que en hebreo) comienza con b y así para cada una de las letras.

Mientras el alfabeto hebreo mantiene las 22 letras del alfabeto fenicio con sus nombres respectivos, el griego -que también tomó las letras fenicias con sus nombres correspondientes (aleph – alfa, beith – beta) perdiendo sin embargo su significado, pues en la lengua griega sus nombres no significan nada- agregó una serie de vocales.

A su vez el alfabeto latino –que le dio el nombre a las letras por el sonido de las mismas- fue tomado de los etruscos que a su vez lo tomaron de los griegos. Cada una de las letras fue evolucionando, rotando y cambiando su forma. También fue cambiando la dirección de la escritura que en semítico es de derecha a izquierda, para pasar a escribirse en forma de zigzag alternando una línea de derecha a izquierda y otra de izquierda a derecha hasta llegar a la forma actual en que escribimos en occidente.

Ahora bien, lo más importante a destacar en todo este proceso, tanto en la creación del signo con valor silábico como con la letra como representante del fonema, es que el signo gráfico está despojado de significado. El dibujo original de la letra que es el del objeto elegido para darle su forma y nombre al igual que lo vimos con el círculo o con el tero, no cuenta en el proceso de escritura; la beth no está ahí en el lugar de casa sino que su función es la de ser soporte del sonido b. Podemos decir con Ferdinand de Saussure que la elección de la letra para cada fonema es arbitrario.

Si bien en la tradición mítica griega no hay unanimidad sobre quien introdujo el alfabeto pues se alude tanto a Cadmo, Palamedes como a Simónides, ni sobre el origen del mismo ya que unos lo consideran obra de los pelasgos los primeros habitantes de Grecia y fundadores de Miscenas para ser luego reintroducido por Cadmo, es reconocida la opinión de Heródoto. Este refiere que los fenicios que llegaron junto con Cadmo (hijo de Agenor rey de Fenicia) introdujeron las letras en Grecia, que eran las mismas que usaban los fenicios y que con el transcurrir del tiempo mudaron de forma. Heródoto las denomina indistintamente letras fenicias y letras cadmeas y cuenta que las vio en Tebas (cuyo origen fenicio era desconocido para los poetas antiguos) en tres inscripciones, una hecha en tiempos de Layo bisnieto de Cadmo y otra en tiempos de Edipo hijo de Layo.

Pero el origen mítico de la escritura está presente en todas las culturas como espacio abierto por los dioses: Nabu en Babilonia, Thot en Egipto. Uno de los mitos más fascinantes sobre el origen de la escritura reducida a una mera compensación de la memoria la desarrolló Platón en su Fedro.

Allí el dios Thot inventor de las artes y del cálculo se presenta ante el rey Thamus y le plantea que ha descubierto un fármaco para la memoria: la escritura. “Este conocimiento, oh rey, hará más sabios a los egipcios y más memoriosos, pues se ha inventado como un fármaco de la memoria y de la sabiduría.” (275a) Platón juega acá con los dos sentidos opuestos del término griego pharmakón: como remedio y como veneno.

Ante ello el rey rechaza su creación y le replica que su invento por el contrario lo único que traerá será olvido: “Y ahora tú, precisamente, padre que eres de las letras, por apego a ellas, les atribuyes poderes contrarios a los que tienen. Porque es olvido lo que producirán en las almas de quienes las aprendan, al descuidar la memoria, ya que, fiándose de lo escrito, llegarán al recuerdo desde afuera, a través de caracteres ajenos, no desde dentro, desde ellos mismos y por si mismosNo es, pues un fármaco de la memoria lo que has hallado, sino un simple recordatorio.” (275a)

Igualada la escritura a la pintura, las letras no sabrán que responder por sí solas si se las interroga, “y si son maltratadas o vituperadas injustamente, necesitan siempre la ayuda del padre, ya que ellas solas no son capaces de defenderse ni de ayudarse a sí mismas.” (275e).

Se puede seguir la actitud de Platón hacia las letras y la escritura en general en otros textos, así en Cratilo en el diálogo entre Sócrates y Hermógenes, cuando el primero analiza la posibilidad de que el nombre exprese la esencia del objeto, Platón le hace decir que lo importante no son las sílabas ni las letras que se utilizan en la composición del nombre: “que el mismo sentido se exprese por tales o cuales sílabas es cosa que poco importa; que se le haya añadido una letra o se le haya quitado otra, es algo que carece de toda importancia, con tal que domine la esencia del objeto manifestado en el nombre”(393d).

Rebajada a un rango menor la escritura será considerada segunda en relación a la oralidad en la tradición occidental, marcando así lo que Derrida llamará críticamente como el fonocentrismo. La teoría lingüística de la cábala, sin embargo, dará un giro a esta concepción y hará de la escritura el elemento primero pues para la cábala “el habla proviene de la evolución sonora de la escritura y no viceversa (Scholem, 1999). Para los cabalistas el habla proviene de un nombre, obviamente el nombre de qué se trata es el nombre de Dios, el tetragrama sin significado alguno e impronunciable, que paradójicamente hace posible, como nos recuerda Scholem, “el hecho de que el lenguaje pueda hablarse”.

Contrariamente a Platón la escritura tendrá entonces para la cábala un papel de primer orden, pues la propia creación será un hecho de escritura divina: Dios creó el mundo con las letras del alfabeto hebreo.

El evangelio de San Juan (1:1) hará del logos (la palabra, el verbo) de raigambre griega el principio de la creación: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios”. La diferencia es radical, para el evangelista Dios es Verbo, para la cábala, en cambio, es el nombre de Dios hecho letra con valor semántico cero e impronunciable el que hace posible que el lenguaje pueda ser hablado.

A diferencia del evangelista que tocado por lo griego hará de la palabra de Dios con el significado que ella conlleva la vía de la creación, la cábala hará de las letras del alfabeto los elementos de la creación misma.

Con toda la importancia presente para pensar la técnica y toda la hondura filosófica en la relación memoria – escritura que abre el diálogo de Platón, es sin embargo el giro producido por la teoría lingüística de la cábala el que influirá en posteriores conceptos desarrollados por antropólogos, lingüistas y psicoanalistas1.

BIBLIOGRAFIA

Freud, Sigmund (1980) – El interés por el psicoanálisis. Obras Completas. Tomo XII. Amorrortu Editores, Buenos Aires.

Heródoto (1952) – Los nueve libros de la Historia. Jackson Editores, BuenosAires.

Moorhouse, A.C (1961) – Historia del alfabeto. F.C.E, México.

Platón (1966) – Cratilo.Obras Completas. Editorial Aguilar. Madrid.

——- (1995) – Fedro. Planeta-De Agostini. Barcelona.

Scholem, Gershom (1999) – El nombre de Dios y la teoría lingüística de la Cábala en Cábala y deconstrucción. Azul, Barcelona.

Santa Biblia (1960) – Sociedades Bíblicas Unidas, Gran Bretaña.

1 Remito a mi texto Del nombre de Dios al Nombre del Padre. La teoría lingüística de la cábala y el psicoanálisis enhttp://www.elsigma.com/psicoanalisis-y-ciencias/del-nombre-de-dios-al-nombre-del-padre-la-teoria-linguistica-de-la-cabala-y-el-psicoanalisis/13314

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