ANTES DE UNA NUEVA GUERRA EN GAZA

Alberto Mazor

Desde Israel

Comenzaré este artículo con una pregunta personal: ¿Qué haría yo si mi vecino de enfrente se sienta en la pérgola, pone a su hijo en su regazo y empieza a disparar con un arma automática hacia el cuarto donde duerme mi nieto?

La analogía del niño en el regazo de mi vecino es realmente apropiada porque esa es la estrategia de Hamás. Esta es la razón por la cual, desgraciadamente, siempre Israel aparecerá como agresor. Aunque la realidad sea otra: Cuantas más bajas israelíes hayan, es mejor para Hamás. Y cuantas más víctimas civiles palestinas hayan en Gaza, también es mejor para Hamás.

No sé qué resolverán hoy Netanyahu y su gabinete. Espero que no entablen una guerra total: conquistar nuevamente Gaza y exigirle a Hamás rendición incondicional. Eso llevaría a una cruzada en la cual las víctimas de ambos lados, especialmente las de civiles inocentes, podrían contarse por centenare y miles.

Preferible sería que Netanyahu llame a Abu Mazen y acepte de una vez por todas los términos – que todo el mundo conoce hace tiempo – para una solución de dos Estados y la coexistencia entre Israel y Cisjordania: una solución viable en Jerusalén, una modificación territorial de mutuo acuerdo y el abandono de la mayor parte de los asentamientos judíos aislados de los grandes bloques.

Cuando Ramallah, Jenín, Shjem y Hebrón en Cisjordania vivan en prosperidad y libertad, los habitantes en Gaza, que no son tontos, tarde o temprano, ajustarán sus cuentas con los dirigentes de Hamás. Podrá tardar, pero está destinado a suceder, simplemente porque la población de la franja, especialmente la joven, envidiará la libertad y la prosperidad de sus hermanos en el Estado palestino en Cisjordania. Esta podría ser la solución, aunque no será implementada en 24 horas.

Es cierto que la mayoría de los palestinos no están enamorados de Israel, pero aceptan irritados que los judios no se van a ir a ninguna parte, así como la mayoría de los judios de Israel – con mucha bronca – admiten que los palestinos están aquí para quedarse. No se trata de una base para una luna de miel, síno para un divorcio justo. Pero un Estado palestino con una economía en crisis y con un gobierno débil no conseguirá  controlar a los grupos terroristas que utilizan la hostilidad hacia Israel para mantenerse en el poder. La solución a este problema depende de la cantidad de apoyo y ayuda material que el nuevo Estado palestino reciba del Estado hebreo, de los países árabes ricos – últimamente llamados “moderados” –  y del resto del mundo.

Muchos argumentan que la solución de dos Estados murió debido a la cantidad de población judía en los asentamientos que será imposible de evacuar. Conviene recordar que  Ariel Sharón ordenó el abandono de todos los asentamientos judíos de Gaza y que los sevicios de seguridad del Estado lo llevaron a cabo en alrededor de 36 horas sin derramamientos de sangre. Este hecho no se repetirá en Cisjordania tan fácilmente, pero nada en el mundo es irrevocable.

En caso de renovarse las hostilidades entre Israel y Hamás, éstas sólo se detendrán, por desgracia, cuando una de las partes o ambas estén agotadas.

En la carta fundacional de Hamás está escrito que “el Profeta ordena a todos los musulmanes a matar a cada judio en todas partes del mundo”. Se cita a los Protocolos de los Sabios de Sión, y se dice que los judios controlaban el mundo a través de la Sociedad de las Naciones y más tarde por medio de la ONU; que los judios causaron dos guerras mundiales y que la totalidad de mundo es controlado por el dinero judío. Así que no existe una posibilidad de un acuerdo entre Israel y Hamás. Ningún gobierno hebreo afirmará: Si ustedes se portan bien,  Israel existirá lunes, miércoles y viernes.

No obstante, el bloqueo  a Gaza debe ser removido. Un montón de recursos internacionales, árabes e israelíes debe ser introducidos a la franja a cambio de una desmilitarización efectiva de la misma. Esta es una propuesta que Netanyahu debe hacer inmediatamente a los mediadores con Hamás si todavía queda tiempo para negociar.  La respuesta al fin del bloqueo sería una eficaz desmilitarización de Gaza. Al menos el 80% de los judios de Israel respaldará ese acuerdo, incluso en el actual estado de ánimo militante.

Las constantes hostilidades sólo consiguen aumentar el odio, la amargura, la sospecha y la desconfianza. Este es el problema con todas las guerras. Es una suposición sentimental y utópica común la esperanza de que de alguna manera los enemigos empezarán a entenderse unos a otros y, con el tiempo, van a reconciliarse y hacer la paz. A lo largo de la historia estos asuntos siempre funcionan a la inversa y mal. Los enemigos llenos de amargura y odio firman armisticios apretando los dientes y con ansias de venganza.

Sólo con el transcurso de mucho tiempo y de generaciones agotadas de más de lo mismo, se puede llegar a una gradual desescalada emocional.

 

 

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